miércoles, 18 de abril de 2012

28 de Agosto de 1809. Incendio de Burgui


El día 28 de agosto se cumplirán 200 años de la quema de la villa de Burgui por los franceses. Sucedió en plena guerra de la Independencia. Nuestros padres y abuelos aún recordaban este aciago día, uno de los más tristes de la historia de nuestro pueblo, en una sencilla copla popular:
El día San Agustín, ¡qué día tan desgraciado! toda la villa de Burgui los gabachos la quemaron.
Desde la asociación La Kukula ofrecemos a los actuales vecinos de Burgui un breve recordatorio histórico de ese día tan desgraciado: los antecedentes que lo determinaron, el incendio mismo y las fatales consecuencias que acarreó para nuestros antecesores.

Antecedentes
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Situémonos en 1808, año en que tiene lugar la ocupación de España por las tropas napoleónicas. Ese mismo año se sucede en toda España una cadena de sublevaciones populares contra el invasor. También en nuestro valle de Roncal, que es de la que aquí se trata.
Entre quienes defendían la capital aragonesa, en los llamados “sitios de Zaragoza”, se encontraban Mariano Renovales, mariscal de Campo, y dos hijos de Pedro Vicente Gambra, el famoso empresario maderero roncalés. Los hijos de Gambra se llamaban Francisco y Sebastián, que, a la sazón, estudiaban allí.
Una vez rendida Zaragoza, los dos estudiantes roncaleses y Renovales fueron hechos prisioneros, como tantos otros. Las autoridades galas decidieron llevar a Francia a los tres insurrectos, posiblemente para poder canjearlos después con prisioneros franceses. Pero cuando eran conducidos fueron liberados en Caparroso por pastores roncaleses que estaban al tanto del traslado.
Libres ya, Renovales, los Gambra y otros cabecillas del valle Roncal, Salazar y Ansó formaron, con los voluntarios de estas tierras, un pequeño ejército, pobre en armamento pero valiente y disciplinado. Las huestes de Renovales -él era su jefe indiscutible- dieron batalla en varias ocasiones a las tropas invasoras y obtuvieron triunfos señalados.

Los franceses no podían permitir semejante afrenta. Así que decidieron meter en cintura, de una vez por todas, a los levantiscos roncaleses y ansotanos. Para ello prepararon un ejército numeroso y bien pertrechado, al que se unirían en su avance otros contingentes de Pamplona y Jaca. Al fin, el comandante en jefe de la plaza de Zaragoza, Plicque, partió de esta ciudad hacia el Pirineo el 21 de agosto de 1809 con 5.000 hombres.
Renovales y sus tropas se enfrentaron a la columna de Plicque en San Juan de la Peña, pero fueron obligados a retroceder. De San Juan de la Peña una columna francesa se dirigió a Ansó -este pueblo también sufrió un terrible castigo- y otra al Roncal.
La columna con dirección al Roncal intentó atravesar la foz de Burgui por Salvatierra pero, gracias a lo escarpado del terreno y a que los roncaleses lanzarían grandes piedras rodando hacia el camino de acceso, fueron rechazados por tres veces. Entonces el mando francés decidió tomar un rumbo más seguro, aunque tuvieran que dar un rodeo. Las tropas napoleónicas se dirigieron hacia la Virgen de la Peña y Sasi. Los sublevados no pudieron resistir el avance francés, por lo que las tropas de Plicque bajaron hasta Burgui dispuestas a dar un terrible escarmiento.

Incendio
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Y ¡vaya si lo dieron!. Antes que nada, se permitió a los soldados el saqueo, algo muy común en las guerras de entonces. Aunque los burguiarres, enterados del avance de los franceses, habrían tratado de llevarse lo más valioso, tuvieron que dejar en el pueblo ropas, alimentos, grano, animales, incluso objetos de valor de la iglesia que no pudieron salvarse... Los soldados cogieron de las casas todo lo que tenía algún valor y, acto seguido, prendieron fuego a todos los edificios. ¡Obra completa, misión cumplida!

El pueblo ardió por los cuatro costados: casas, molino, ayuntamiento, iglesias, todo. Aún verano, con casas con su interior de madera, y con paja recogida hacía poco, todo contribuyó a que pronto se formara una hoguera de inmensas proporciones.

Como escribe Bernardo Estornés Lasa “algunos ancianos y enfermos que no se pudieron salvar fueron entonces víctimas inocentes... todo el pueblo quedó en un momento reducido a cenizas, sin que un solo edificio fuese salvado del incendio devorador”. En efecto, consta que aparte de los destrozos materiales, murieron abrasados un sacerdote y varios vecinos muy enfermos.

A Burgui, que no se había significado como otros pueblos roncaleses en la rebelión, le tocó pagarla con sus vidas y haciendas. ¿Y qué fue de las tropas de Renovales? Que recularon para intentar cortar el paso a los franceses en La Bochuela. Pero los galos, tras la amarga experiencia de la foz de Burgui, ya no cayeron en la trampa de pasar por el camino que bordea el Esca. Las tropas de Renovales tuvieron que enfrentarse a los franceses arriba, en las altiplanicies de Odieta o Mendibelza. Allí los roncaleses fueron vencidos y Renovales se vio obligado a capitular.

Alcance del siniestro
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El incendio fue devastador. Burgui perdió una parte muy importante de su población, casi la mitad, porque muchos, sin casa ni pertenencias, se vieron obligados a emigrar huyendo del hambre y la miseria. Con la salida de la gente se abandonaron muchos terrenos de cultivo por no haber brazos para trabajarlos y se malvendieron muchos ganados. Los burguiarres no tenían ahora ni siquiera molino, y el ayuntamiento se vio obligado a celebrar sus juntas a la intemperie, junto a la iglesia, por haber ardido la casa consistorial.

También fueron pasto de las llamas la iglesia parroquial y la ermita de la Virgen del Castillo. Sólo pudieron salvarse, llevándolos a Ustés o Uscarrés, los libros de sacramentos, la custodia, la escultura de la Virgen del Castillo y alguna otra talla u objeto sagrado. Ardieron altares, órgano, ornamentos. Años más tarde, con la desamortización de Mendizábal, se trasladarían a la parroquia de Burgui altares, órgano y sillería del monasterio de Leire, pero eso es otra historia.

Hubo que habilitar rápidamente la ermita de la Virgen del Castillo para celebrar allí el culto hasta que se arreglara la iglesia parroquial. Se tardó bastante tiempo en la restauración por carencia de fondos. Incluso tuvieron que salir dos delegados a pedir limosna en especie por los pueblos de Navarra para la reconstrucción de la iglesia parroquial.

En fin, Burgui tardó muchos años en recuperarse, y muchos objetos de valor artístico y documentos históricos se perdieron para siempre. Día nefasto, pues, para Burgui aquel 28 de agosto de 1809, día de San Agustín.

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Plicque había atacado el 27 Salvatierra, logrando penetrar sin hallar demasiada resistencia, para al día siguiente, el 28, atacar Burgui, verdadera entrada al valle del Roncal. El fuego se inició al amanecer y duró hasta las tres y media de la tarde, cuando tras haber sido rechazados 5 veces y a fuerza de perder gente, lograron ocupar la villa, que fue saqueada e incendiada por completo.

Organizó entonces Renovales su segunda defensa en la Foz de La Bochuela, entre Burgui y Roncal; su derecha (monte de Odieta) fue encomendada al Capitán Pedro Francisco Gambra con 175 roncaleses y 30 rusos desertores de Pamplona; el centro o desfiladero corrió a cargo de Pedro Esteban Villoch, y la izquierda (Mendibelza) al Capitán Diego Calcerrada. El 29 se inició el ataque, prolongándose el fuego de 6 de la mañana a 7 de la tarde. Durante el combate algunas unidades francesas se aventuraron a pasar por el desfiladero del centro, creyendo ya pacificadas las alturas, pero perecieron al ver caer sobre ellos un aluvión de piedras inmensas allí apiladas como último recurso.

Finalmente, al atardecer, el centro cedió y el temor de verse cercados por una maniobra envolvente hizo que los defensores se replegasen hasta Urzainqui, mientras que los franceses entraban en la villa de Roncal.

Esa noche, informado Renovales de que por la derecha la columna de Musnier se hallaba ya en Garde, mientras que otra formada por Cazadores de Montaña bajo orden de D’Agoult, se hallaba en Ochagavía amenazando su izquierda y finalmente que otra importante fuerza se hallaba reunida en Oloron (Francia) para cruzar los Pirineos y atacarle por el Norte, comprendió que no podía proseguir la defensa, y al amanecer del día 30 comisionó al vecino de Roncal Melchor Ornat a fin de que se dirigiese a cuerpo descubierto al cuartel general de Plicque para estipular una capitulación, “siempre que ésta salvase vidas y haciendas de los naturales y permitiese escapar al personal combatiente”.

Con el fin de arreglar los términos de la capitulación se suspendieron las hostilidades por espacio de 24 horas, al término de las cuales los franceses, bajo coacciones y amenazas, consiguieron que los roncaleses firmaran el tratado y juraran fidelidad al rey José Bonaparte.
Fuente: “El Alto Aragón en la Guerra de la Independencia española (1808-1814)”. Ramón Guirao – Luis Sorando.

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